El año pasado, cuando la profesora Beatriz nos propuso la traducción de algunos textos de “Manga Ancha” (una revista que nadie conocía en la clase), esta propuesta se me presentó como un reto individual y colectivo que me suscitaba sentimientos múltiples y distintos. Por un lado, sentía curiosidad por esta revista nueva y el deseo intelectual y profesional de participar en un proyecto cuyos objetivos me parecían de gran valía, y al mismo tiempo, de hacer un trabajo de traducción no puramente académico; por otro lado, sentía cierto recelo: era consciente de la responsabilidad individual y colectiva que iban a exigirnos estas traducciones ya que se dirigían a una revista de literatura que está haciendo su entrada en el mundo de las letras.
Sin embargo, más fuerte que el recelo fue la voluntad de todos. La experiencia se volvió un espacio de empeño y de discusión colectivos que no sólo hicieron de este trabajo un tiempo de reflexión lingüística, cultural y traductológica, sino una oportunidad de heteroconocimiento y de complicidades.
Además, si el hecho de traducir textos de autores extranjeros que hablaban con un matiz tan afectivo de un Portugal reciente, no vivido de la misma forma por todos los alumnos, ha dificultado a veces la traducción, al mismo tiempo, ha permitido una corta mirada histórico-geográfica muy interesante al buscarse el sentido profundo del texto y el equivalente lingüístico más adecuado.
El resultado fue para mí (y para todos, creo) muy gratificante a varios niveles:
Al nivel pedagógico-didáctico, estas clases han favorecido la construcción de un saber compartido consciente de la humildad, de la duda inteligente y de la persistencia que uno tiene que tener cuando se sienta delante de un texto original para traducirlo. Además nos han permitido un acercamiento al entorno laboral en un dominio – el literario – que por motivos curriculares está más alejado de nuestros estudios.
Al nivel cultural, la traducción primero y luego la lectura de la revista nos han permitido un enfoque más amplio de las literaturas periféricas y han creado en nosotros el deseo de seguir acompañando la vida de Mangaancha. Creo que algunos de nosotros nos convertiremos en lectores asiduos de las próximas ediciones. (Y ¿por qué no traductores?).
Finalmente, a nivel personal, nuestra participación en este proyecto ha favorecido no sólo el desarrollo de nuestra autoestima individual y colectiva, sino ampliado nuestra consciencia de pertenencia (nuestro sentimiento identitario, usando las palabras de Driss Bouissef).
En resumen, los deseos de la Presentación de este nº 2 de Mangaancha se han cumplido en nosotros, ya que nuestra colaboración nos ha permitido " evocar al otro y nos ha ayudado a todos a construir nuestro imaginario”.
¡Que Mangaancha tenga una vida muy larga!
Maria José Sarabando Neves Cartaxo
Sin embargo, más fuerte que el recelo fue la voluntad de todos. La experiencia se volvió un espacio de empeño y de discusión colectivos que no sólo hicieron de este trabajo un tiempo de reflexión lingüística, cultural y traductológica, sino una oportunidad de heteroconocimiento y de complicidades.
Además, si el hecho de traducir textos de autores extranjeros que hablaban con un matiz tan afectivo de un Portugal reciente, no vivido de la misma forma por todos los alumnos, ha dificultado a veces la traducción, al mismo tiempo, ha permitido una corta mirada histórico-geográfica muy interesante al buscarse el sentido profundo del texto y el equivalente lingüístico más adecuado.
El resultado fue para mí (y para todos, creo) muy gratificante a varios niveles:
Al nivel pedagógico-didáctico, estas clases han favorecido la construcción de un saber compartido consciente de la humildad, de la duda inteligente y de la persistencia que uno tiene que tener cuando se sienta delante de un texto original para traducirlo. Además nos han permitido un acercamiento al entorno laboral en un dominio – el literario – que por motivos curriculares está más alejado de nuestros estudios.
Al nivel cultural, la traducción primero y luego la lectura de la revista nos han permitido un enfoque más amplio de las literaturas periféricas y han creado en nosotros el deseo de seguir acompañando la vida de Mangaancha. Creo que algunos de nosotros nos convertiremos en lectores asiduos de las próximas ediciones. (Y ¿por qué no traductores?).
Finalmente, a nivel personal, nuestra participación en este proyecto ha favorecido no sólo el desarrollo de nuestra autoestima individual y colectiva, sino ampliado nuestra consciencia de pertenencia (nuestro sentimiento identitario, usando las palabras de Driss Bouissef).
En resumen, los deseos de la Presentación de este nº 2 de Mangaancha se han cumplido en nosotros, ya que nuestra colaboración nos ha permitido " evocar al otro y nos ha ayudado a todos a construir nuestro imaginario”.
¡Que Mangaancha tenga una vida muy larga!
Maria José Sarabando Neves Cartaxo
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