En mi Instituto, el Simancas (barrio San Blas), existe la sana costumbre de ir, al menos, una vez al trimestre al teatro. Desde que yo estoy en él, siempre hemos visto teatro clásico; así que aprovechando que el Guadiana pasa por Badajoz, el miércoles 12 (día del espectador) nos engalanamos de calle para ir al Teatro Alcázar a disfrutar de la obra de Yasmina Reza: Un dios salvaje. Fue genial desde el inicio: los actores (Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce y Antonio Molero), divinos, absolutamente divinos. La obra, magnífica. Lo mejor: el retrato crítico, silencioso y sutil de cada personaje; y el humor que envuelve esta tragedia, pues es tan hábil, tan mordaz, tan ingenuo y tan rápido que no hay tiempo para secarse las lágrimas. Y eso es lo mejor que te puede pasar para disfrutar de una obra de teatro: que la crítica pase de puntillas y la risa te dé un pisotón.
Teresa
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