jueves, 22 de enero de 2009

Llueve a ratos. En la Biblioteca Nacional andan de recuento. Sustituyo aquel número 15 de la Sala de Publicaciones Periódicas por una mesa de rincón en el Starbucks de Alonso Martínez. Nunca correría por un café (líquido) como ese, sin embargo el café (espacio) lo merece. Leo y releo, al abrigo de gritos y de tasadores vestidos de camareros. Dicen que por la crisis los están cerrando, pues que no los cierren todos, que dejen por lo menos algunos como éste. Luego, ya de noche, en la Casa de Galicia, oí a Ada Salas, Esto no es el silencio (elogió la tierra para satisfacción de este oído satisfecho). También leyó Ramón Caride. La presentación, como es habitual, certera y lírica, de Vicente Araguas. En el mismo sitio, una exposición de relieves en madera de Chazo y otra de pintura de María José Leiría (y la evocación, inevitable, del Mario Eloy de Anjos y O bailarico do bairro)

antónio

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